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viernes, 28 de octubre de 2016

Elefantes blancos en la Salud de Arequipa


Alejandro Flores Quispe no sabe qué son elefantes blancos. De lo que sí está seguro es que morirá con el Parkinson, esa enfermedad que degenera el sistema nervioso hasta producir incesantes  temblores en manos, brazos, pies y cara.  Hace un año le dieron el nefasto diagnóstico. Urge que le den un tratamiento especializado, pero al momento lo atendieron solo 4 veces en el hospital Goyeneche de Arequipa. Enfermarse en este país, sobre todo si uno es pobre resulta una desgracia.
El anciano de 73 años pertenece al Seguro Integral de Salud (SIS) y duerme en la calle Paucarpata, adyacente a la puerta de emergencia del hospital para “pelear” una cita con otros pacientes. Esta noche es el segundo en la cola. Así como Alejandro hay miles de pacientes que viven el mismo calvario por falta de hospitales.

 A pesar que en este nosocomio se pueden pedir citas por teléfono, Flores asegura que siempre intentó pero que nunca le contestan.
“Lo que falta acá son especialistas. De qué sirve la infraestructura si no se tiene médicos”, opina enérgico Mathías Cahuana. Cahuana es un albañil de 58 años que viene desde el Cono Norte del distrito de Cerro Colorado para que traten su diabetes. En dos años durmió en la intemperie 24 veces en la calle Paucarpata.
Si los proyectos se hubieran ejecutado bien, Cahuana no sabría qué es dormir en el suelo y podría tratarse en el Hospital Docente de la Universidad Nacional de San Agustín (Unsa), hoy un desperdicio de infraestructura. La mole se levantó en Zamácola del distrito cerreño en 1993. Hace 15 años es un elefante blanco por estar, en su mayor parte, abandonada. 
En el edificio habita la desolación y polvo. Solo unas cuantas especialidades se ofrecen desde 2013. Pero atienden a no más de 50 pacientes diarios; según su director Roberto Huamaní, una cantidad exigua a su verdadero potencial. Cuando se intentó firmar un convenio con EsSalud, se dijo que se podían tratar 60 mil asegurados. El pacto se desechó ante la oposición de la población.
Los gestores de la inútil obra son los exrectores Juan Manuel Guillén Benavides y Rolando Cornejo Cuervo. Según el actual rector Rohel Sánchez, se invirtió más de 25 millones de soles, pese a ello no está concluido, equipado, ni existe la liquidación de la obra. Es más, el diseño y distribución de sus ambientes es obsoleto, por lo que tiene elaborarse un nuevo estudio técnico para adecuar su estructura.
“Vamos a hacer funcionar al hospital bajo la Asociación Público - Privadas (APP). Ya tenemos hasta tres entidades interesadas, dos de ellas extranjeras”, anunció Sánchez. Bajo la modalidad de APP las empresas privadas administran el nosocomio.
 Mientras el tiempo dirá si la meta se cumple, en el Hospital Docente apenas un grupo de pacientes saca cita. “Es irresponsable no aprovechar este hospital”, dice uno de ellos. La salud en la región es una paradoja: pese a tamaña infraestructura, a dos cuadras, el Centro de Salud Maritza Campos Díaz está reventando de gente. 

EL ELEFENTE Y LA CRISIS

Desde enero del 2015, la Salud en el distrito de La Joya está en emergencia. Las condiciones en que se da la ayuda médica a 250 pacientes diarios no son las mejores. Su Centro de Salud se acomodó como pudo en los ambientes del Coliseo Municipal en vista que su local fue derrumbado para erigir el Hospital de La Joya. La Municipalidad de Arequipa tenía que asumir el costo, pero las obras se paralizaron por observaciones del Ministerio de Salud (Minsa) y por el incremento del presupuesto inicial para concluirla.
Los avances de la estructura yacen abandonadas desde hace dos años. Finalmente, el Minsa decidió que pondría el dinero para concluirlo.
De toda una cadena de malas decisiones, finalmente los platos rotos los pagan los pacientes del Centro de Salud. Emergencia y la Sala de Partos funciona en los camerinos. Los consultorios están repartidos alrededor de las tribunas. Los trabajadores se quejan del sol que ingresa por el techo roto, ni que decir de las heces de las palomas que embarran muchas veces sus documentos y que hacen insalubre la atención. 
¿Pero cuánto tiempo más se tendrá que esperar por el hospital? El presidente del Comité Local de Administración de la Salud (CLAS), Silvestre Huisa, sostiene que se reiniciarían las obras en el 2017, cuando esté listo el expediente.

SUBUTILIZADOS

La Municipalidad de Arequipa es terca en hacer obras hospitalarias. Tras el fallido proyecto en La Joya, desde setiembre del 2015 funciona a medias el Hospital Geriátrico en Cerro Colorado. Sus espacios pueden ofrecer atención a 200 al día, pero al día no sobrepasan los 40. Tienen 25 trabajadores pero requieren de 120. Por eso el acceso al tercer de sus cuatro pisos está bloqueado por una valla metálica.
Óscar Morriberón, director del establecimiento, sostiene que para subsistir tuvieron que pedir una subvención a la comuna de 800 mil soles que deben ser reembolsadas. 
“Si no tenemos un presupuesto mensual quebramos”, auguró. El galeno pidió al Consejo que se les asigne 50 mil soles al mes para que estén a flote. Sus esperanzas también se centran en los posibles convenios que pueden pactar con SIS o EsSalud. Si no se concretan, el panorama para que funcione es adverso. 
Morriberón también está a la espera que Southern les entregue la donación en equipos por un valor de 2 millones de soles para equiparla en su totalidad. Pese a estos antecedentes,  la comuna está concluyendo el Centro de Adicciones y Salud Mental, metros abajo del Geriátrico, con 6 millones de soles. 

FALTA ESPECIALISTAS

En El Pedregal, Caylloma, Olga de 21 años espera que la atiendan desde hace 7 horas en el Hospital Central Majes Ángel Chura Gallegos. Está esperando desde las 5 de la madrugada por un dolor en su vientre. Teme que afecte su embarazo. Lo que pasa es que en el nosocomio solo hay un ginecólogo, que no puede ser omnipresente y estar en emergencia y en consultorio externo a la vez. La falta de personal es el Talón de Aquiles. Necesitan de por lo menos 12 médicos para sus diferentes especialidades y un número similar de personal asistencial.
Por ello, sus modernas instalaciones y equipos no son exigidos al 100%. El establecimiento se inauguró en el 2013 y costó 23 millones de soles. Pese a la carencia de galenos se está ejecutando una segunda etapa. 
“Estamos atendiendo al 60% de nuestra capacidad”, responde el administrador Guillermo Gonzáles. Para el funcionario, este nosocomio descarga las atenciones del Hospital Honorio Delgado Espinoza. “Solo los casos complejos los derivamos”, acota. 

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