Esta imagen es una de mis obsesiones particulares. No entiendo cómo no es parte de nuestra identidad nacional, de nuestra iconografía, de nuestra vida cotidiana. Debería haber mil versiones y variantes; debería haber polos, grafittis, publicidad, merchandasing, todo, de este cuadro fundamental de nuestra plástica.
Es el Inca Garcilaso de la Vega convertido en una mezcla entre Cristo y el Doctor Hell de Mazinger Z (si me disculpan lo anacrónico de la referencia). En el lado español, porta una pluma. En el lado indígena, una mano campesina despide una lengua de fuego. Es un redentor de ese mestizaje que definió la peruanidad. Una imagen sencilla pero muy poderosa.