Esta imagen es una de mis obsesiones particulares. No entiendo cómo no es parte de nuestra identidad nacional, de nuestra iconografía, de nuestra vida cotidiana. Debería haber mil versiones y variantes; debería haber polos, grafittis, publicidad, merchandasing, todo, de este cuadro fundamental de nuestra plástica.
Es el Inca Garcilaso de la Vega convertido en una mezcla entre Cristo y el Doctor Hell de Mazinger Z (si me disculpan lo anacrónico de la referencia). En el lado español, porta una pluma. En el lado indígena, una mano campesina despide una lengua de fuego. Es un redentor de ese mestizaje que definió la peruanidad. Una imagen sencilla pero muy poderosa.
Las nacionalidades también se construyen visualmente (piensen en el Tío Sam o en la silueta de la Torre Eiffel o, más recientemente, en el Keep Calm inglés). De nuestro lado algo ha avanzado, con muy buen ojo, el amigo Cherman pero falta más. Es sintomático que la iconografía más característica de la peruanidad se reduzca –si le creemos a los polos que se venden en los sitios turísticos– a dos logos comerciales: Inka Kola y Marca Perú.
(Acabo de recordar que sí hay otra imagen icónica en nuestro país: la cara de aburrido de César Vallejo. Yo hubiera preferido que se popularizara el retrato que le hizo Picasso pero parece que Acuña nos arruinó esa posibilidad.)
El caso es que si alguna imagen merece que todos los peruanos nos apropiemos de ella es precisamente este retrato de Garcilaso realizado por José Sabogal (y si me piden más, que este temita me obsesiona, les propongo nuestro Iwo Jima, nuestro Ché Guevara y, para los más nerds, el cohete de Pedro Paulet).
Pero este cuadro debería estar en todas las casas, masificado como esas Giocondas o Últimas Cenas que cuelgan en todos lados. Y no sólo por Sabogal, sino por lo que significa el Inca Garcilaso de la Vega.
¿Por qué, ah?
Esa pregunta la ha respondido mejor que nadie nuestro colaborador Roy Palomino en un post sinceramente imprescindible.
Yo sólo quiero remarcar una cosa: en esta misma semana, hace 400 años, murieron Shakespeare, Cervantes y Garcilaso. No, no fue el mismo día como antes se creía pero, en realidad, da igual. Que justo ellos tres hayan muerto en cuestión de pocos días es una probabilidad cósmica incalculable.
Uno definió la lengua inglesa; el otro, la española, y el tercero es la encarnación, yo diría, que no solo de la peruanidad, sino de lo latinoamericano.
¿Tanto ají?
Mírenlo así: aquí en Madrid, hay todo un debate sobre cómo España no está celebrando como se debe al autor del Quijote. Comparan lo que se está haciendo aquí con las bombásticas celebraciones inglesas sobre el bardo de Avon.
Y, la verdad, esto solo me ha generado desconcierto sudaca. Aquí he asistido a exposiciones sobre Cervantes, varias obras de teatro de todo tipo, muestras inspiradas en su obra, he leído en la prensa una envidiable variedad de acercamientos al personaje y hasta hay un montaje de 420 mil piezas de Lego recreando escenas del Quijote.
Y aún así se quejan de que no se acerca a lo que están haciendo los ingleses con Shakespeare.
Pues bien. Este es el post en el que yo me quejo que los peruanos no estemos con Garcilaso haciendo ni siquiera la décima parte de lo que los españoles están haciendo con Cervantes.
A ver. Tenemos que hoy el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Cancillería va a presentar las Obras Completas del celebrado (en edición de Carlos Araníbar). Leyendo La Vanguardia (de España) me entero que Ricardo Gonzáles Vigil ha publicado “Comentarios reales y otros textos“, una selección de textos del Inca editada por Penguin Random House. Ah, y el Centro Cultural de España en Lima tiene, hoy también, una actividad 3 en 1, celebrando a los tres autores cuatricentenarios.
Y paras de contar.
¿Notaron algo en el párrafo anterior? Dos de tres homenajes han llegado a través de la órbita española y no la peruana. De hecho, si buscas a Garcilaso en Google News Perú el resultado es francamente raquítico (y tela) en comparación con Google News España.
¿Y si digo que es Chile el que homenajea al pisco, me harán caso?
La verdad es bien rochoso que España tenga más homenajes y le dedique más tiempo, tinta y prensa a Garbillado, que nosotros. El roche se agrava cuando resulta que la principal muestra conmemorativa se está realizando aquí, en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.
Se trata de una reconstrucción de lo que era su biblioteca personal al momento de su muerte, el 22 de abril de 1616. Y uno se encuentra que –mientras que los peruanos tenemos esta imagen de Garcilaso como una especie de historiador amateur acriollado y poco confiable– para los españoles, el Inca Garcilaso es parte de su Siglo de Oro. Insisto: la prensa española está repleta de artículos celebrando –desde hace meses– los 400 años del Inca Garcilaso.
La importancia de la expo se entiende mejor en el único artículo que he leído en un medio peruano sobre aquella. Le pertenece aPaul Firbas, profesor de Literatura Latinoamericana de la Stony Brook University, y fue publicado en Luces de El Comercio:
En el mismo recinto, en estos días, también están abiertas al público una gran muestra de grabados de Rubens y Van Dyck y una pequeña pero deliciosa exposición sobre los legados del episodio del Retablo de Maese Pedro en Don Quijote. La presencia del Inca en la fachada de ese emblemático edificio madrileño, a 400 años de su fallecimiento, nos recuerda que la riqueza del Renacimiento no solo se funda en las tradiciones del Viejo Mundo, sino en los cruces y migraciones de la primera globalización que se inició en el siglo XVI, y de la cual el mestizo cusqueño Garcilaso de la Vega, nacido en 1539, es su más destacado representante.
En la muestra destacan libros de Petrarca, Virgilio, Aristóteles, libros de arquitectura, filología y también, por cierto, libros prohibidos para la inquisición. En el colegio nos enseñan a Garcilaso poco menos que como un historiador poco confiable y arribista.
Pero resulta que nunca nos explican que, como explica Roy en ese post que vuelvo a recomendar, el estilo narrativo del Inca Garcilaso ha sido una de las causas de su merecido éxito. ¿Cuántos hemos leído realmente al Primer Peruano? Quiero seguir con Firbas:
Resulta especialmente relevante que la conmemoración del cuarto centenario se haga también desde la capital española y su gran biblioteca, que es uno de los principales repositorios de la cultura letrada del mundo. La exhibición recoloca al Inca en su contexto y lo muestra como un intelectual plenamente conectado con la filosofía, historia y política del Renacimiento y Humanismo, pero también con la riqueza cultural del Tahuantinsuyo y la nueva sociedad colonial.
Esta debería ser una exposición que, aunque pequeña, todos los peruanos deberían ver. Ojalá se pueda gestionar que viaje al Perú. Y ojalá que los peruanos no esperemos otros 400 años para reivindicar como se lo merece un personaje que no solo vale por ser el origen de nuestra identidad, sino por su erudición y su talento artístico. Nuestro hombre del Renacimiento. Nuestro ícono.
MAD.UTERO.PE
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